Jamás hubiéramos imaginado que, en medio de un período de incertidumbre y oscuridad, nuestros caminos se cruzarían de una manera tan especial. Fue allí, en el momento menos esperado, cuando el amor de Dios nos alcanzó de una forma que nunca habríamos previsto. Aunque crecimos en mundos distintos, separados por continentes y experiencias opuestas, compartíamos una misma búsqueda: comprender el verdadero propósito de la vida.

ELLA
Ligia creció en una familia adventista en Maracay, Venezuela, rodeada de enseñanzas sobre Dios, pero a los 22 años decidió alejarse de la iglesia y sumergirse en el mundo del espectáculo. Durante años, fue modelo en concursos de belleza como Miss Venezuela, Miss Hispanoamérica y Miss Hawaiian Tropic en Las Vegas, trabajó en televisión, teatro y cine, y su imagen apareció en revistas y catálogos. Desde fuera, su vida parecía perfecta, llena de glamour y éxito, pero en su interior, la sensación de vacío era constante.
EL
Yo, Albert, crecí en Banyoles, una pequeña ciudad a 120km de Barcelona, en una familia no practicante pero de orientación católica. Siempre fui muy inquieto, planteándome y dudando de todo. Desde niño me hacía preguntas profundas sobre la existencia, la muerte y el propósito de la vida. Amaba la historia, la cultura, la arquitectura y descubrir mundo viajando. Busqué respuestas en el budismo, filosofías orientales y otras religiones, pero nunca imaginé que la verdad que tanto anhelaba estaba en la Biblia. Mientras tanto, mi vida transcurría entre fiestas, relaciones con mujeres y una aparente libertad que, al final, solo me dejaba más insatisfecho. Por más que buscaba no encontraba respuestas satisfactorias a mis inquietudes existenciales y espirituales.
CAÍDA
El punto de quiebre
A pesar de estar alejados de Dios, en lo más profundo de nuestro ser, sentíamos que nos faltaba algo. Ligia sabía que Dios la protegía, pero pensaba que volver a sus caminos era imposible. Sus fines de semana estaban llenos de trabajo y eventos, y su estilo de vida no encajaba con lo que Dios quería para ella. Sin embargo, después de varias relaciones fallidas, y una en particular que le causó mucho dolor, en 2017 tomó una decisión radical: renunciar a su carrera y todo lo que hasta ese momento definía su identidad profesional
Estaba sumida en una profunda depresión. Buscó respuestas en la psicología y el desarrollo personal, tratando de sanar sus heridas. En ese proceso, escribió una lista de «no negociables» para su futura pareja. El primer punto de la lista: debía creer en Dios.
Por otro lado, yo también había llegado a un punto de inflexión. Después de años de fiesta, relaciones pasajeras y búsqueda espiritual sin respuestas, sentía que mi vida necesitaba un nuevo rumbo, también había pasado por una profunda depresión, me sentía estancado profesionalmente y sin un propósito de vida que me motivara. Pero había explorado tanto y tenía tanta inquietud en descubrir la verdad… que mi corazón estaba listo para un nuevo despertar.


DESCUBRIMIENTO
El primer encuentro y reencuentro con Dios
Y fue en ese momento cuando nuestras vidas se cruzaron. Dios nos juntó en el momento preciso. Cuando nos conocimos, la conexión fue inmediata, pero lo que más nos sorprendió fue cómo, de manera natural, nuestras conversaciones comenzaron a girar en torno a la fe, la vida y la existencia de Dios.
En nuestra segunda cita, Ligia me compartió música cristiana de Edith Aravena, algo que nunca antes había hecho con nadie. Al principio, me sorprendió y pensé: “¡Qué freaky!” Mis preconceptos sobre el cristianismo no eran pocos, pero decidí mirar más allá de mis prejuicios y abrirme a descubrir. A partir de ese momento, nuestras conversaciones se volvieron cada vez más profundas, y juntos emprendimos un gran viaje: yo experimentando mi primer encuentro con Dios, y Ligia reencontrándose con el Dios que le habían enseñado en su juventud.
Pasamos noches enteras hablando, llorando, riendo, tratando de comprender cómo Dios nos había guiado hasta ese momento. Para Ligia, fue un regreso a casa. Para mi, fue el inicio de una nueva realidad que jamás había considerado posible. Descubrir al Dios de la Biblia fue una locura, pero al mismo tiempo, la verdad más hermosa que habíamos encontrado en nuestra vida.
CRECIMIENTO
Una relación de tres: siempre Dios en medio de nosotros
Nos dimos cuenta de que nuestra relación no era de dos, sino de tres: Ligia, Albert y Dios. Desde el inicio, Dios estuvo en el centro, guiando cada paso. Y cuando entendimos que Él tenía un propósito para nosotros, tomamos la decisión de comprometernos no solo el uno con el otro, sino también con Él.
Decidimos casarnos civilmente, luego bautizarnos juntos, y finalmente casarnos por la iglesia. Desde entonces, nuestras vidas han estado marcadas por la certeza de que nada de lo que vivimos fue casualidad.
Todo lo que antes nos dejó vacíos, Cristo lo llenó con su amor. Nos mostró que el éxito, la fiesta descontrolada, las relaciones sin propósito y la búsqueda de reconocimiento nunca iban a llenar el espacio que solo Él podía ocupar.

MISIÓN
El Amor de Dios es demasiado bueno para quedártelo: ¡Solo puedes compartirlo!
Dios nos rescató de un mundo de ilusiones y fantasía, pero a la vez vacío y sin sentido, nos dio un propósito real. Por eso, decidimos enfocar nuestras vidas a trabajar para Él, a ayudar a otras personas a encontrar el tesoro infinito que nosotros encontramos: el amor transformador de Dios.
Hoy caminamos juntos, con la certeza de que Dios nos guía a pesar de las dificultades y los retos, del dolor y las pruebas. Él tiene un plan para cada uno de nosotros y nuestra misión es compartir este mensaje de Amor y salvación con todo aquel que quiera buscarlo con sinceridad de corazón:
Jeremías 29:13 «Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.»
Este es nuestro testimonio.
Ligia & Albert