16 Discipulado ¿Qué hago después de bautizarme?

El discipulado es mucho más que ser simpatizante de Jesús; es aceptar Su invitación a caminar a Su lado cada día. Es una respuesta activa, intencional y continua al llamado de seguirle, no solo con palabras, sino con una vida entregada. Ser discípulo significa dejar que Jesús transforme nuestras prioridades, nuestro carácter y nuestro propósito. Es cultivar una relación viva con Él a través de la oración, el estudio profundo de Su Palabra y la obediencia motivada por amor. Y lo más hermoso: no es por lo que nosotros hacemos, sino por lo que Él ya hizo. Nuestra transformación no se logra por mérito propio, sino por la gracia, el poder y los méritos de Cristo en nosotros.

1 Juan 2:6
«El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.»

1. ¿Qué es ser un discípulo de Jesús?

Un discípulo es un aprendiz, un seguidor comprometido que no solo cree, sino que también vive como su Maestro.

Ser discípulo significa tener una relación viva con Jesús, es un proceso integral que transforma al creyente en un seguidor comprometido de Cristo. Este proceso abarca desde una conversión genuina hasta una vida de obediencia, humildad y servicio.

Mateo 4:19 «Y les dijo: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.»
➡ El discipulado comienza con un llamado personal de Cristo. Cada uno es invitado a salir de su zona de comodidad y seguirle con todo el corazón.

Jesús no llamó a la gente a una religión, sino a una relación. Invitó a personas comunes a dejarlo todo y seguirle.

Aceptar el llamado de Jesús es el inicio del discipulado

2. ¿Cuál es la misión (objetivo) como hijos de Dios? Id y haced discípulos…

Mateo 28:19-20
“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones… enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.”

Como hijos de Dios, no hemos sido llamados simplemente a recibir bendiciones, sino a reflejar el carácter de nuestro Padre celestial y cumplir la misión que Él ha puesto en nuestras manos: transmitir esa bendición a nuestro prójimo. La identidad como hijos trae consigo una responsabilidad: vivir como embajadores de Su reino en un mundo que necesita luz, verdad y esperanza.

Nuestra misión es conocer a Dios, vivir como Jesús vivió y dar a conocer Su amor a otros. Este triple propósito no solo transforma nuestras vidas, sino que se convierte en un canal para bendecir a quienes nos rodean.

Efesios 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.”

Como hijos, estamos llamados a seguir a Dios en carácter, compasión, integridad y servicio. La misión comienza con una vida en comunión con Él: oración constante, estudio de Su Palabra y obediencia a Su voluntad. Esta transformación interior se manifiesta en una vida exterior coherente con los principios del reino de los cielos.

Mateo 5:16 “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.”
Mateo 5:13-14 “Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo.”

La luz que hemos recibido no es para ocultarla, sino para compartirla. Cada hijo de Dios es llamado a ser un testigo, no necesariamente desde un púlpito, sino con su vida diaria: en el trabajo, la familia, la comunidad, reflejando los frutos del Espíritu.

1 Pedro 2:9 “Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.”

Ser hijos de Dios significa que somos parte de un pueblo con identidad, propósito y destino. Hemos sido rescatados no por mérito, sino por gracia (un regalo inmerecido que proviene de Dios), para vivir de manera distinta y anunciar con valentía el amor redentor de Cristo. Nuestra misión es presentar a un mundo herido la esperanza de un Salvador que restaura, perdona y transforma.

Además, como discípulos de Cristo, somos enviados a cumplir la gran comisión:

Mateo 28:19-20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones… enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.”

Nuestra misión también es formativa: no solo compartir un mensaje, sino acompañar a otros en su crecimiento espiritual, ayudándoles a conocer a Jesús, caminar con Él y reflejar Su carácter.

3. ¿Qué implica ser un discípulo? Entrega, conexión, amor, obediencia, participación, humildad y alegría

Juan 13:35
«En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.»

RESPUESTA al llamado personal de Jesús

El discipulado comienza con una respuesta voluntaria al llamado de Cristo. Jesús no impone Su invitación; la extiende con amor. Es una relación viva y transformadora.

No se trata solo de aceptar ideas, sino de seguir a Cristo personalmente, con decisión y entrega. Ser discípulo es entrar en una escuela diaria de fe, donde Cristo es el Maestro y nosotros los aprendices.

Lucas 14:27 “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.”
Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

OBEDIENCIA a la Palabra y a la Ley de Dios

El discipulado se manifiesta en una vida de obediencia, no por temor, sino por amor. La obediencia es el fruto del amor verdadero. Permanecer en la Palabra es la evidencia de un discípulo genuino. No basta con conocer la verdad; hay que vivirla, aplicarla, permitir que transforme nuestras decisiones diarias.

Juan 8:31 “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciéreis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos.”
Santiago 1:22 “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”

TRANSFORMACIÓN del carácter por gracia

El discipulado es una experiencia de transformación continua. Esta obra no se logra por fuerza humana, sino por la gracia de Cristo. El Espíritu Santo moldea día a día el carácter del discípulo hasta reflejar la imagen de su Maestro. No somos discípulos por cambiar nuestras conductas externas, sino por permitir que Jesús transforme nuestro corazón.

2 Corintios 5:17 “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
Romanos 12:2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”

HUMILDAD, mansedumbre y espíritu de servicio

Cristo enseñó con Su ejemplo que el mayor es el que sirve. El verdadero discípulo refleja la humildad de Jesús, actuando con sencillez y espíritu de sacrificio.

El servicio no es un accesorio del discipulado, sino su esencia. El discípulo no busca ser servido, sino servir, tal como lo hizo su Maestro.

Mateo 11:29 “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestros corazones.”
Juan 13:14-15 “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.”

GOZO (Alegría) en el seguimiento de Jesús

El discipulado no es una carga amarga, sino una fuente de gozo (alegría basada en Dios, no en las circunstancias) profundo. Incluso en medio de pruebas, el discípulo experimenta un gozo que viene de la comunión con Cristo. Seguir a Jesús cambia la tristeza en propósito.

Juan 15:11 “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.”
Filipenses 4:4 “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!”

AMOR como señal visible del discipulado

El amor es la marca más clara del verdadero discípulo. El amor cristiano nace del contacto con Cristo y se manifiesta en un espíritu de servicio y entrega a los demás. Este amor no es emocionalismo, sino un principio activo que edifica la comunidad y da testimonio al mundo. El amor fraternal no es una opción, sino la prueba viva del discipulado.

Lucas 14:27 “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.”
Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

NEGACIÓN del yo y entrega total

El verdadero discipulado exige la renuncia al yo. Seguir a Jesús es caminar en humildad, confiando no en nuestra fuerza, sino en Su poder.

Esto significa morir a nuestro ego y aceptar la voluntad divina por encima de la propia. Tomar la cruz no es solo sufrir, es vivir para Dios cada día, dejando atrás el orgullo, la comodidad y la autosuficiencia.

Lucas 14:27 “Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo.”
Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

COMUNIÓN (Conexión) constante con Cristo

Ningún discípulo puede vivir separado de su Maestro. Es imprescindible la oración, el estudio de la Palabra y la dependencia diaria de Jesús. Solo una relación constante con Cristo produce fruto. El discipulado no es una decisión del pasado, sino una experiencia viva y diaria.

Juan 15:5 “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”
Marcos 1:35 “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.”

PARTICIPACIÓN activa en la misión

Todo verdadero discípulo es también un misionero. Nadie puede recibir la luz de Cristo sin reflejarla a otros. El discipulado alcanza su plenitud cuando el discípulo se convierte en hacedor de discípulos. No se trata solo de crecimiento personal, sino de multiplicación espiritual.

Mateo 28:19-20 “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado…”
Hechos 1:8 “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos… hasta lo último de la tierra.”

El discipulado, no es simplemente un estado espiritual o una afiliación religiosa. Es una transformación profunda, una relación viva con Cristo, una vida de obediencia amorosa, humildad y misión. No es una obra nuestra, sino una obra que Cristo realiza en nosotros y a través de nosotros, mediante Su gracia, Su Palabra y Su Espíritu.

Un verdadero discípulo:

  • Ama como Jesús ama Juan 13:34 Vive el amor en acción: perdona, sirve, se entrega
  • Permanece en la Palabra Salmo 119:105 , Juan 8:31 Conoce las Escrituras y obedece sus enseñanzas.
  • Toma Su cruz cada día Lucas 9:23 Renuncia al yo, y acepta los desafíos del camino cristiano con fe y fidelidad.
  • Da testimonio con su vida Mateo 5:14 Habla de Jesús con tu manera de vivir, tus palabras y tu ejemplo diario.
Seguir a Jesús implica una decisión completa de transformación vital

5. Que NO es ser un discípulo

❌ No es solo admirar a Jesús

Un discípulo no es alguien que simplemente admira a Jesús o lo considera un gran maestro o líder moral.
👉 Admirar a Jesús sin seguirlo no transforma la vida.

Lucas 6:46 “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?”

❌ No es seguir a Jesús por interés

Un discípulo no busca a Jesús por conveniencia, beneficios o bendiciones materiales.
👉 El verdadero discípulo sigue a Jesús por quien Él es, no por lo que puede recibir.

Juan 6:26 “Me buscáis… no porque visteis las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.”

❌ No es convencer a nadie

Ser discípulo no es imponer una religión ni convencer por argumentos humanos.
👉 Es vivir y reflejar a Cristo, y dejar que el Espíritu Santo haga la obra en los corazones.

Zacarías 4:6 “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
1 Corintios 2:4 “Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder.”

❌ No es solo asistir a la iglesia

Ser miembro de una iglesia o asistir regularmente no te hace discípulo automáticamente.
👉 El discipulado va más allá de la presencia física; implica obediencia, entrega y transformación.

Mateo 15:8 “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí.”

❌ No es una emoción pasajera

Ser discípulo no es un entusiasmo momentáneo o una decisión emocional.
👉 El discipulado implica compromiso continuo, aun cuando haya dificultades.

Lucas 9:62 “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.”

❌ No es vivir según mi voluntad

Un discípulo no vive conforme a su propio criterio o deseos.
👉 Ser discípulo significa rendirse a la voluntad de Dios y vivir bajo Su dirección.

Mateo 16:24 “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”

4. ¿Cómo nos acompaña Jesús en el discipulado?

Mateo 28:20
«Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.»

Seguir a Cristo es una experiencia profunda y desafiante, pero nunca solitaria. Jesús camina delante, va al lado, intercede por nosotros y vive en nosotros. En cada paso, en cada lucha y en cada victoria, Él está presente.

Jesús va delante de nosotros

Jesús no nos llama a un camino que Él no haya recorrido primero. Él vivió, sufrió, sirvió y venció. Como buen Pastor, va delante de sus ovejas, guiándonos con Su ejemplo.

Juan 10:4 “Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.”

Jesús intercede por nosotros

En nuestro proceso como discípulos fallamos, luchamos y a veces caemos. Pero Jesús está intercediendo por nosotros en el cielo, fortaleciéndonos con Su gracia.

Hebreos 7:25 “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”

Jesús nos da comunidad y apoyo

Jesús nos une a otros discípulos. No estamos solos: Él nos da hermanos y hermanas con quienes caminar, compartir cargas, orar y crecer.

Mateo 18:20 “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

Jesús permanece con nosotros cada día

Él prometió estar con nosotros todos los días, no solo en los momentos fáciles. Su presencia es constante, firme y personal, aún en los desafíos más duros del discipulado.

Mateo 28:20 “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

Jesús nos fortalece con Su Espíritu

Jesús no solo está con nosotros, sino que nos capacita a través del Espíritu Santo. Nos da poder, convicción, discernimiento y valor para cumplir nuestra misión como discípulos.

Hechos 1:8 “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos…”
Filipenses 4:13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”

Juan 13:35
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.”

Hoy, Jesús sigue llamando: “Sígueme”. No busca personas perfectas, sino corazones dispuestos. Ser discípulo no es entenderlo todo ni tenerlo todo resuelto, sino dar el primer paso confiando en que Él caminará contigo. Es aprender de Su humildad, vivir con Su amor y dejar que Su poder transforme tu vida. No es un camino fácil, pero es el único que lleva a la verdadera paz, propósito y plenitud. Hoy es el momento de decir: “Señor, quiero seguirte. Hazme tu discípulo.”. Y Él, con amor, tomará tu mano y no te soltará jamás.

¿Responderás a esta invitación de Jesús a seguirle?

¿Es importante mi salud para Dios?

17 La Salud y el Cuerpo