Llevas meses con un dolor de espalda que no desaparece. Has probado de todo: fisioterapia, masajes, ejercicios… pero nada funciona. ¿Y si la causa no estuviera en tu cuerpo, sino en tus emociones?
En una reciente entrevista con La Vanguardia, el osteópata y fisioterapeuta David Ponce explica cómo nuestras emociones pueden manifestarse en dolencias corporales. Su afirmación es clara: “Cada dolor expresa una emoción dañina, y el miedo es la peor.”
Desde su experiencia en el tratamiento del cuerpo humano, Ponce observa que muchas de las dolencias que sufren sus pacientes no tienen una causa física evidente, sino que son reflejos de estados emocionales no resueltos. “El miedo duele”, enfatiza. Y lo que es aún más preocupante, puede afectar nuestra salud de manera directa: “Dos minutos de miedo bajan tus defensas por seis horas.”
David Ponce: Cómo entender el cuerpo a través de las emociones
David Ponce es osteópata, fisioterapeuta y divulgador especializado en la relación entre el cuerpo y las emociones. Con años de experiencia clínica, ha desarrollado un enfoque holístico que combina el conocimiento anatómico con la comprensión del impacto psicológico en la salud física.

A lo largo de su trayectoria, ha trabajado con pacientes de diversas edades y condiciones, ayudándolos a identificar la raíz emocional de sus dolencias. Su trabajo se basa en la idea de que el cuerpo no solo responde a factores físicos, sino también a experiencias emocionales acumuladas, lo que lo ha llevado a estudiar profundamente cómo el estrés, la ansiedad y otras emociones afectan el bienestar general.
Su perspectiva integra principios de la medicina tradicional con técnicas alternativas de sanación, lo que le permite ofrecer soluciones que van más allá del alivio momentáneo del dolor. En su práctica, se enfoca en tratar el origen del malestar en lugar de simplemente mitigar sus síntomas.
El miedo y su impacto en la salud
Según Ponce, el miedo es la emoción más perjudicial para el cuerpo. No solo genera tensión y malestar, sino que puede provocar enfermedades y dolores persistentes. Este miedo, además, no siempre se manifiesta de forma obvia. Puede tratarse del miedo a la pobreza, a la enfermedad, a la soledad o incluso a no alcanzar metas personales.

La clave, según él, está en entender cómo estas emociones afectan al cuerpo:
- Miedo → Dolor lumbar y problemas renales.
- Ira → Disfunciones hepáticas.
- Tristeza → Problemas pulmonares.
- Culpa y vergüenza → Dolor en el pecho.
- Ansiedad y estrés → Impacto en el corazón.
- Depresión → Afecciones intestinales, debido a su relación con la producción de serotonina.
La relación entre mente y cuerpo es tan estrecha que, en muchas ocasiones, tratamos el síntoma sin abordar el origen del problema.
¿Cómo liberar el cuerpo del dolor emocional?
LPara Ponce, la clave está en dejar de centrarse en uno mismo y mirar hacia los demás. “Tu miedo nace del narcisismo”, afirma. “Temes no alcanzar cierta meta… irreal. Deja de mirar tu ombligo y mira afuera, a los demás.”
Este cambio de enfoque ayuda a reducir la tensión interna y, con ello, el dolor físico. Pero, además de la gestión emocional, Ponce propone un enfoque integral basado en cuatro pilares esenciales:
1. Alimentación
- Reducir el consumo de azúcares y cereales refinados.
- Implementar el ayuno intermitente matutino para mejorar el metabolismo.
2. Ejercicio físico
- Realizar tanto ejercicios de fuerza como cardiovasculares, al menos tres horas a la semana.
3. Descanso de calidad
- No comer ni beber tres horas antes de dormir.
- Dormir sobre el lado izquierdo con una almohada adecuada.
- Priorizar el descanso profundo durante ocho horas.
4. Gestión emocional
Cultivar relaciones sanas y conectar con los demás..
Identificar y procesar las emociones en lugar de reprimirlas.
Sanar el cuerpo sanando la mente
El mensaje de Ponce es claro: nuestra salud física no puede desligarse de nuestro bienestar emocional. El miedo, la ira y la tristeza no solo afectan nuestro estado de ánimo, sino que pueden convertirse en enfermedades reales.
Escuchar a nuestro cuerpo implica mirar más allá del dolor y preguntarnos: ¿qué emoción estoy reprimiendo? Entender esta conexión puede ser el primer paso para una vida más equilibrada y libre de sufrimiento innecesario.